para rizar pelucas, con las que se conseguían peinados voluminosos
característicos de la época. Se enrollaba el pelo húmedo en palitos cilíndricos y
se procedía a secar las pelucas en hornos de panadería.
En 1906 CARLOS NESSLER utilizó este método en cabello natural, y
llamó a este procedimiento Ondulación Permanente. Utilizaba para ello un
aparato, que mediante unas pinzas metálicas y unas resistencias transmitía calor
al cabello enrollado.
El sistema utilizado por Nessler era peligroso para el cabello y cuero
cabelludo, pues se alcanzaban altas temperaturas (hasta 200 ºC), que, además de
producir quemaduras en el cuero cabelludo, dejaba el pelo muy seco. Este
procedimiento fue evolucionando y, a partir de 1930, empezaron a utilizarse
líquidos grasos y humectantes para contrarrestar los efectos de sequedad del
cabello.
Posteriormente, las pinzas se sustituyeron por una especie de saquitos que
contenían sustancias alcalinas (cal viva). Estas al contacto con el agua,
desprendían calor, que se utilizaba para rizar el pelo.
Alrededor de 1935, se hicieron las primeras ondulaciones permanentes
con sulfuros sin calor.
El descubrimiento más interesante tuvo lugar en la década de los 40 con el
uso de TIOLES, compuesto que se aplica actualmente y que permite los cambios
de formas permanentes en frío, tanto para ondular el cabello como para
desrizarlo. El fundamento científico y los principios activos utilizados en la
ondulación y desrizado son los mismos, lo único que varía es la técnica de
aplicación, en la ondulación se enrolla en bigudíes y en el desrizado por el
contrario se estira.
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